LOS
HÁBITOS ALIMENTARIOS EN EL ADULTO MAYOR Y SU RELACIÓN CON LOS PROCESOS
PROTECTORES Y DETERIORANTES EN SALUD
Dichos
cambios que el adulto mayor experimenta, pueden ser modificados por los
patrones de alimentación y el estado nutricional. Se ha conocido como los
hábitos alimentarios inadecuados se convierten en un factor de riesgo
importante de morbilidad y mortalidad, contribuyendo a una mayor predisposición
a infecciones y a enfermedades crónicas asociadas con el envejecimiento lo que
disminuye la calidad de vida de éste colectivo humano . Algunos cambios del
envejecimiento que inciden en la alimentación y en el estado nutricional del
adulto mayor son (3,4,5):
•
Factores físicos como problemas de masticación, salivación y deglución,
discapacidad y minusvalía, deterioro sensorial, hipofunción digestiva.
•
Factores fisiológicos como disminución del metabolismo basal, trastornos del
metabolismo de hidratos de carbono de absorción rápida, cambios en la
composición corporal, interacciones fármacos - nutrientes, menor actividad
física, soledad, depresión, aislamiento y anorexia.
•
Factores psicosociales: pobreza, limitación de recursos, inadecuados hábitos
alimentarios.
Estos
aspectos contribuyen a la fragilización del individuo, entendida esta como una
condición que se encuentra con frecuencia y genera una morbilidad y mortalidad
importante. La alimentación, el estado nutricional y la actividad física que
realiza cada individuo influyen en la evolución de la fragilización, la
malnutrición por lo tanto puede ser el origen o la consecuencia de la misma.
Los marcadores predictivos de fragilidad son los criterios médicos, funcionales
y sociodemográficos.
Para
unos, el término de fragilidad lo marca la coexistencia de determinados
procesos clínicos, para otros la dependencia en las actividades de la vida
diaria y para otros la necesidad de cuidados institucionales, el concepto de
fragilidad entendido de modo independiente a la incapacidad es un concepto
multifactorial. El anciano frágil tiene aumentado el riesgo de incapacidad y
muerte ante mínimos factores estresantes externos, deteriorantes del estado de
salud.
El
estado de salud física y mental de las personas mayores depende en gran parte
de la forma de alimentarse en la infancia y la edad adulta. En la calidad de
vida y longevidad influyen los hábitos de alimentación y otros factores de tipo
psico-social que determinan la seguridad alimentaria y nutricional de este
grupo de población como la soledad, la falta de recursos económicos, la baja
disponibilidad de alimentos, la anorexia, las enfermedades crónicas entre
otras, las cuales determinan el consumo de alimentos y el estado nutricional. Además
de los cambios físicos, la persona que envejece se enfrenta a cambios sociales
que de manera directa o indirecta contribuyen al proceso de fragilización. Anteriormente la sociedad veía el adulto mayor
con respeto, actualmente se han creado una serie de mitos alrededor de la vejez
que la asocian con enfermedad, inutilidad y debilidad. Este punto de vista
moderno hace que el adulto mayor asuma este estereotipo legitimado por la
sociedad. Si bien la vejez genera limitaciones a los sujetos, también genera
potenciales únicos y distintivos como la serenidad de juicio, experiencia,
madurez vital, perspectiva de la historia personal y social.
Con
el propósito de aportar a la comprensión de los aspectos mencionados
anteriormente y de identificar procesos protectores y deteriorantes en salud,
en este estudio se indagaron diferentes aspectos relacionados con la
alimentación de este grupo de población.
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